domingo, 18 de febrero de 2007

Centenario Hergé

Con motivo del centésimo aniversario de Hergé se inauguró, en diciembre del pasado año, una exposición sobre su obra en el Museo Nacional de Arte Moderno de Francia, más conocido como Pompidou. La muestra, organizada por la Fundación Hergé, terminó el 19 de febrero, y estuvo dedicada a su personaje más famoso, Tintín. Desde su creación, en 1929, se han vendido más de 250 millones de ejemplares de sus álbumes y el personaje, de rostro ovalado y extraño tupé, es conocido en todos los países del mundo.

Hubo una pequeña polémica. Algunos belgas se sintieron traicionados al conocer que la Fundación llevaba la muestra a París, capital con mayor tirón turístico que todas las ciudades belgas juntas. Bélgica también está rindiendo homenajes a Hergé, a pesar de haber tenido que cancelar una exhibición planeada en el Museo de Bellas Artes de la capital administrativa de Europa. El 10 de enero, se inauguró un enorme fresco de Tintín en la estación ferroviaria del Midi, punto de llegada de los visitantes internacionales. La “Casa de Hergé” va a ser inaugurada en la ciudad de Tournai, sede de la editorial Casterman en el sur de Bélgica, que publicó los álbumes de Tintín en mini-versiones más asequibles. En julio se organizará un rastrillo temático sobre Tintín en la Plaza del Juego de Pelota, un mercado famoso por haber aparecido en uno de los cómics. La compañía aérea SN Brussels decorará un avión en homenaje a Tintín y también se publicarán sellos “Hergé”. Además, después de 10 años de planes para un Museo Hergé en Lovaina, la primera piedra debería ser colocada este mismo año.

En España, el Barcelona Motor Show albergará una exhibición en mayo de 2007, dedicada a los coches que aparecen en Tintín. En Suecia, desde junio del 2007 a febrero del 2008, está programada una muestra, “Las aventuras de Tintín en el mar”, en el Museo Marítimo de Estocolmo. Y hasta Québec llegó en enero “En Perú con Tintín” un recorrido por los diferentes tomos que llevaron al reportero al país sudamericano.

Algunos elementos biográficos


Hergé, o Georges Remi (1907-1983), fue un hombre sin infancia, sin raíces, como Tintín. Fue autodidacta y publicó su primera historieta con sólo quince años, en la revista “Le boy scout”. Su temprana filiación a éstos grupos, y su paso por el internado religioso Saint Boniface, le marcarían ideológicamente de por vida. En 1925 ingresa en un periódico ultraconservador de orientación clerical y nacionalista.

Cuatro años después aparece “Tintín en el país de los Soviets”, muy alejado del virtuosismo gráfico que caracteriza la colección, y que, años después, Hergé se negó a reeditar. En él se reproducen todos los clichés antisoviéticos imaginables: rusos hambrientos, haciendo cola en espera de un mendrugo de pan, ciudadanos obligados a votar por miembros de la policía que les amenazan pistola en mano... En 1939, durante la ocupación alemana de Bélgica, fichó por un medio abiertamente filo-nazi.

Ya famoso, y habiendo publicado siete tintines, dejó de tratar temas políticos, para evitar controversias. Hergé fue siempre acusado, y parece que con razón, de simpatizante del nazismo, además de misógino y hasta un poco antisemita. En este periodo se evade de la terrible realidad europea, y dibuja aventuras de temática “escapista”, en busca de tesoros o meteoritos.

A finales de los cincuenta, tras varias crisis personales y matrimoniales, que le llevan a visitar a un psicoanalista, publica “Tintín en el Tíbet”, posiblemente uno de sus mejores álbumes, en el que introduce varios elementos paranormales, como los sueños premonitorios o la telepatía. Ya en los sesenta, Hergé descubre el arte moderno, y llega a hacerse amigo de Andy Warhol, el gurú del arte pop, quien le dedica cuatro de sus famosos retratos.

En 1982, y con motivo de su 75º cumpleaños, la Sociedad Belga de Astronomía le hizo un curioso regalo: bautiza con el nombre de Hergé un pequeño planeta, situado entre Marte y Júpiter. Enfermo de leucemia, sólo viviría unos meses más, sin haber acabado “Tintín y el Arte Alfa”, pero expresando de manera contundente su deseo de que nadie lo completara ni continuara la serie. A título póstumo se publicó “El mundo de Hergé”, que recoge sus dibujos desconocidos.


Hergé y la línea clara


Hergé creó un estilo propio dentro de la llamada línea clara, que tiene como objetivo permitir la máxima comprensión de la historia. La línea clara no se limita al dibujo, busca la claridad narrativa, la transparencia y la exactitud. El grafismo es depurado al máximo, evitando efectos de sombra o de luz. Se eliminan los detalles que no son estrictamente necesarios, y todos los elementos de la historia (encuadres, diálogos, bocadillos) contribuyen a lograr este objetivo de claridad. A pesar de la aparente simplicidad del dibujo, los detalles se cuidan al máximo. Por ejemplo los objetos etnográficos, como la talla precolombinas o los trajes de los antiguos mayas están sacados de reportajes aparecidos en Nacional Geographic. También los aviones, diferentes clases de barcos, y el famoso cohete espacial aparecen perfectamente representados. Hergé también reproduce con detalle escenarios naturales, la jungla, el desierto, las cumbres nevadas del Himalaya y hasta la Luna, de manera exótica y colorista.

Hergé pasaba meses, e incluso años, documentándose a fondo para sus historietas, pero no descuidaba los argumentos. A pesar de lo cual, en “El templo del Sol”, comete un error de bulto. Tintín, sabiendo que va a producirse un eclipse total, finge invocar al dios Sol y apagarlo, cuando la verdad es que los mayas eran expertos en astronomía. Tal vez Hergé empleó un recurso fácil en un época de escasa inspiración.

Los argumentos, siempre revestidos de misterio e intriga policíaca, son siempre verosímiles, salvo en el último tomo “Vuelo 714 para Sydney”, donde aparecen, sin que lleguemos a verlos, seres extraterrestres.

No hay comentarios: